QUERIDO MIGUEL


Sin poder dormir, conviviendo con las ratas y su excremento, así agonizó Miguel Hernandez, tras su tránsito carcelario, en el penal de Alicante. En un libro escalofriante, el escritor Antonio López Alonso cuenta el calvario del poeta hasta expirar de tuberculosis en una de las atroces cárceles franquistas, una de tantas prisiones donde se hacían padecer a los presos republicanos en unas condiciones inhumanas, teniendo una letrina atascada para doscientos reclusos, con una taza de agua insalubre cada tres días, sin comida, tan hacinados que dormían unos sobre los otros y a veces, al despertar, alguno descubría que había dormido sobre el cadáver de un compañero... Los fascistas - hijos de puta - dejaron que el poeta se consumiera y sufriera como un perro y solo permitieron que viera a su hijo - fue lo más terrible para él - cuando ya apenas podía abrir los ojos, minutos antes de morir, a los 31 años, el día 28 de Enero de 1942.


ANTONIO LOPEZ ALONSO
“A Miguel Hernandez lo mataron lentamente”
Ediciones Irreverentes, Col. Aqueronte, Madrid, 2006

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Miguel tuvo un par de cojones. Habria que ver a algunos de los poetas "tan enrollados y progres" en su situación.

Anónimo dijo...

"A Miguel Hernández lo mataron lentamente" es un gran libro. Impresiona sobre todo que demuestre la maldad de la época con datos fríos, sin usar valoraciones propias, ni insultos, sólo mostrando la realidad tan como era. Creo que aporta mucho sobre Miguel Hernández, pero también sobre sus torturadores.