HABLANDO EN TORNO A NO SÉ QUÉ PALABRAS


Hablando en torno a no sé qué palabras,
a preguntas sin tiempo a pedazos, a marchar porque sí,
porque no quiero y quieres sin embargo.
Preguntando si el cielo y si la tierra
y no sé qué de un mundo que crearon para la muerte nuestra.
Así pasan mis días
y mis noches.
Pronunciando palabras sin sentido –hombre, vivir, naciendo-.
Recordando que tengo entre las manos aire
y que no puedo ser aire yo mismo.
¡Ay mis noches!
Nocturnas noches mías en silencio. Desvelado ante un libro
y una estufa manchada.
Sin pensar en mañana que es viernes, ni en ayer, que era viernes. Me siento ante la mesa /
y recuerdo otros tiempos en que todo era nuevo
y encontrar a otras gentes para hablar de lo mismo
que si el hombre, que el mundo…

Hablando de nostalgias y deberes
y de estar harto y de querer venirme
a mi rincón más triste
para soñar un poco en los ecos dormidos de alguna voz sin nombre./
Creyéndome en las noches
que mi ventana es mía y conversar con ella
y con el viento oscuro.
¡Ay mis noches que pasan!
Si fuera siempre noche y la vida se fuese…,
pienso a veces, para volver más tarde a hablar de que si el hombre, /
o el mundo, o algunas otras cosas, no son como debieran.
Si alguna vez me siento
o simplemente me fumo un cigarrillo o leo a Jenofonte o el periódico /
y escucho luego música
volteando la cabeza para evitar que el humo me penetre en los ojos
y así lograr que el humo no me venga a los ojos
y de este modo hacer como que lloro gracias al humo denso
que me vino a los ojos.
Así. Cuando me quedo volteando la cabeza
para saber de dónde ya no vendrán más tiros
o para ver si puedo impedir los tiros, me matan más personas
porque es el caso que ya no tengo amigos de tantos como matan.
Así. Cuando reposo en pie
o adustamente salgo para buscar náufragos
y mirar de camino la cartelera del cine.
Así también, en fin, cuando me clavo
la mano izquierda sobre el pie derecho para ver
qué impresiones soy capaz de sentir y, como al paso,
limpiar de mi conciencia los terribles pecados de la carne.
Entonces, lentamente, mirando bien de no matar hormigas
ni destrozar el césped,
me enrosco, lentamente, como digo,
y me voy enroscando lentamente
y espero así, cerrando bien la boca para tapar la risa,
a ver si exploto un tanto
o si reviento un poco y así, desesperadamente,
llevarme yo conmigo muchos clavos, tuercas, tornillos,
teclas lubrificadas
pulcramente,magníficos botones de chaqueta, todos ellos con cara, /
piernas, brazos, licencia de pistolas, pasaporte
y hasta esposas rellenas de merluza
que les limpian la mugre de los años pidiendo libertad
para ser un poco más idiotas.

PABLO DEL AGUILA
"Poesía reunida 1964-1968",
Ayto de Granada, 1989

(Pablo del Águila (Granada, 1946-1968), falleció la nochebuena de 1968, al parecer a causa de una sobredosis de las pastillas que tomaba como tratamiento médico. Tenía 21 años y fue y sigue siendo, a pesar del olvido en el que se sigue manteniendo su obra, una de las voces más autenticas y poderosas de la poesía española, un Vallejo andaluz que fui amigo de Fernando Quiñones y Felix Grande (“Tenía una relación verdadera con la poesía. Sabía que las palabras son criaturas vivas que tienen mil años de edad, como dijo Unamuno. Su manera de morir fue una sorpresa muy desgarradora para todos porque el Pablo que habíamos conocido era el Pablo de la alegría, de la generosidad... Con los pocos años que tenía cuando decidió dejar de vivir su poesía era ya muy seria. Su obra tiene más intensidad que la mayor parte de la poesía actual. Me llena de extrañeza y de decepción que no sea leído ampliamente”) y cuya poesía fue publicada de forma póstuma, gracias en parte a Juan de Loxa y otros amigos, no habiendo sido - ¿para cuándo? – aún reeditada, algo increíble y muy triste teniendo en cuenta el montón de porquería y basura poética que se edita. Si tienes la suerte de encontrar algún ejemplar no sabes la joya que tendrás en las manos.)

1 comentario:

Anónimo dijo...

AL MENOS NO HAY NINGUN AMIGOTE CARADURA QUE SACA LOS CUARTOS ESCRIBIENDO UN LIBRO SOBRE EL AMIGO SUICIDA