DELITOS MENORES


Espero mi turno. Tengo el siete ocho. El hombre de al lado el nueve seis. Me pide la hora y, sin escuchar respuesta, me explica cómo abrir un carro en menos de un minuto. Saca su billetera, donde lleva una foto familiar descentrada. “Esa de la cabeza a la mitad –señala-, es mi esposa”; y la acerco a los ojos con fingido interés.
Es el cuarto piso de los tribunales. Los ascensores mal ventilados suben y bajan gente que pronto no volverá a ver la luz. Se escucha el metralleo de las casi obsoletas máquinas de escribir: olivettis que pueden cambiar para siempre la vida de los mortales. Mi vecino de asiento afirma tener fe, “un error lo comete cualquiera”, susurra, mientras levantamos las piernas para que el conserje lustre el piso debajo de nosotros.
Suena mi apellido en el altavoz, luego mi nombre. Declaro mentiras y firmo. Salgo del edificio pensando en varias cosas: los ascensores y su paseo vertical como modernas barcas de Caronte, los relucientes pasillos de la Justicia, el hombre del nueve seis, su vida miserable, su foto mal centrada, su billetera entre mis cosas.


LUIS CHAVES
"Historias polaroid", Ed. Perro Azul
San José, Costa Rica, 2000


(Conocí a Luís Chaves a través de su ya célebre revista de literatura, "Los amigos de lo ajeno", en la que tuve el placer de colaborar. Le envié textos y él me envió desde Costa Rica este libro al que tantas veces, gosozamente, me asomo. La próxima reseña sobre este excelente autor será para su nuevo libro, "Asfalto, un Road Poem", también editado en Perro Azul)

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