EL GUERNICA ANDALUZ



ALMERÍA

Un plato para el obispo, un plato triturado y amargo,
un plato con restos de hierro, con cenizas, con lágrimas,
un plato sumergido, con sollozos y paredes caídas,
un plato para el obispo, un plato de sangre de Almería.
Un plato para el banquero, un plato con mejillas
de niños del Sur feliz, un plato
con detonaciones, con aguas locas y ruinas y espanto,
un plato con ejes partidos y cabezas pisadas,
un plato negro, un plato de sangre de Almería.
Cada mañana, cada mañana turbia de vuestra vida
lo tendréis humeante y ardiente en vuestra mesa:
lo apartaréis un poco con vuestras suaves manos
para no verlo, para no digerirlo tantas veces:
lo apartaréis un poco entre el pan y las uvas,
a este plato de sangre silenciosa
que estará allí cada mañana, cada mañana.
Un plato para el Coronel y la esposa del Coronel,
en una fiesta de la guarnición, en cada fiesta,
sobre los juramentos y los escupos, con la luz de vino de la madrugada
para que lo veáis temblando y frío sobre el mundo.
Sí, un plato para todos vosotros, ricos de aquí y de allá,
embajadores, ministros, comensales atroces,
señoras de confortable té y asiento:
un plato destrozado, desbordado, sucio de sangre pobre,
para cada mañana, para cada semana, para siempre jamás,
un plato de sangre de Almería, ante vosotros, siempre.

PABLO NERUDA
Junio, 1937


(Se cumple el 71 aniversario del bombardeo, a finales de mayo de 1937, de la ciudad de Almería por parte de cinco buques de la marina de guerra nazi, que causaron más de una treintena de muertos, numerosos heridos y la destrucción total de mas de medio centenar de edificios. Los militares de la armada alemana decidieron el cañoneo "de una ciudad española" como represalia por el ataque de la aviación republicana - que al parecer lo confundió con el buque "Castilla" - contra el navío "Deutchland", el dia anterior, en aguas de Ibiza. La noticia del incidente provocó la ira de Hitler que llegó incluso a plantearse declarar la guerra a la II República Española, decidiendo finalmente ensañarse con una ciudad abierta geográficamente, practicamente sin defensas de importancia y que no fuera una gran capital para evitar demasiado eco internacional. El brutal bombardeo desde el mar duró treinta minutos sin interrupción y otros diez, de propina, con intervalos de dos minutos, tiempo más que suficiente para sembrar el pánico y la muerte entre la población indefensa)

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