SALA X


quien sabe
tal vez fuera sharon mitchell
en un incendio lésbico con erica boyer y barbara dare
o algunas de las lynn
tan divulgadas que llenaron de falsos incestos
las pantallas de los ochenta
o un primer plano de los generosos
y siempre dispuestos traseros
de nina harley o vanessa del rio
o la adolescencia prohibida de traci lords
que se dejaba acompañar por su madre a los rodajes
o la curvilínea savannah que se salió del género
por la puerta del suicidio
o la carismática christy canyon que parecía poseer
un don natural para la fellatio
quién sabe si fue uno de esos cuerpos
tan bien bronceados de la costa oeste
el protagonista junto con alguno
de sus vigorosos colegas
los north byron holmes y compañía
todos dando un buen perfil
eyaculando a quemarropa sobres esas mismas muñecas
sobres sus rostros
máscaras envejecidas prematuramente
sobres sus anatomías de segunda mano
que no dejarán ya
de recorrer quioscos y sex shops repletos de espejos
derrotadas en brazos de alguna adicción puro anatema
para unos cuantos miles de dólares rápidos
para el dudoso museo de la fantasía
de la perversión del sueño masculino
que se refleja en tantas y tantas noches solitarias
quién sabe si fue así también
para ese espectador que sacó su entrada no numerada
programa doble versión original subtitulada
el buen gusto por los suelos aunque aquí se trate de otra cosa
el subproducto como fácil reclamo atravesando
la oscuridad de una insonorizada sala de barrio y él allí
sentado en el centro del semivacío patio de butacas
con la trombosis jugándole una mala pasada
tanta impresión tanto furor a cierta edad
mejor aparcar las emociones o quizá
quién sabe no fue nada de eso
y todo es producto
de la imaginación morbosa de algún malpensado
y el desdichado sencillamente dormido por la refrigeración
de aquella insoportable tarde de verano del susodicho cine
en sesión continua programa doble frente a la misma pantalla
por donde yo vi pasar a groucho
a johnny weissmuller a esther williams chapoteando
entre aquellas otras ninfas del technicolor
su coronaria que ya no aguanta que no se incorpora
y en vez de morir en la cama
o en un banco del parque como corresponde
se nos muere aquí
y lo publica la prensa del día siguiente
en los sucesos de la página tres
junto al incendio de una fábrica de plásticos


DANIEL OLIVA ESCARTIN
“Playa virgen”, Finalista del XIX Premio Cálamo de Poesía Erótica
Edición del autor, 2006

CON EL SAHARA


SEMANA DE SOLIDARIDAD CON EL SAHARA
- SEVILLA -
Del 27 de Octubre al 1 de Noviembre / 08

La semana, organizada por el colectivo Naná - un grupo abierto de artistas sevillanos que intervendrá en los II Encuentros de Arte en el Sahara Occidental - en colaboración con ARTifariti, la Asociación de Amigos del Sahara de Sevilla, CoLaboratorio 08/09 y la Plataforma de Reflexión sobre Políticas Culturales tiene previsto un programa centrado en actividades culturales y participativas que tendrán lugar en La Fábrica de Sombreros (C/ Heliotropo, junto a Pl. San Marcos) incluyendo exposiciones, subasta de arte, mesas redondas, ciclo de cine, talleres, conciertos... Asimismo se ha puesto en marcha una campaña de captación de fondos bibliográficos, relacionados con el arte y los derechos humanos, para la Biblioteca del Museo de Tifariti, en los territorios liberados.

Más info:
Sobre la campaña de donación de libros:

La fotografía pertenece a Edu Navarro:

POEMA SIN TÍTULO


A veces, cuando estoy muy solo,
me voy hasta la esquina para conversar
con el cajero automático.
Lo primero que me pregunta
es en qué idioma quiere que hablemos.
Yo desearía decirle, por ejemplo, que en suajili
o serbo croata, pero ello
no es posible. Me conformo con el alemán,
lengua que, por supuesto, tampoco conozco,
pero es de lo más divertido
adivinar qué cosa es ésta tan rara
que quiere decir Marque su número personal.
Paso un ratito de lo más entretenido.
Por supuesto engaño a la máquina
pero ella es arregladita y me dice que
me he equivocado. Así hasta dos veces,
porque por anteriores conversaciones, he descubierto que
a la tercera la comunicación se corta y se lleva
mi lengua de plástico al limbo bancario de las comprobaciones.

Después me pide qué deseo y esto es lo más difícil.
Desearía decirle “Salgamos a tomar una cerveza”,
“Vamos al cine” o bien “Cógete de mi mano que
te enseñaré el zoológico”. Pero no. Estas conversaciones
tan simples no le gustan y entonces le
pido el saldo para conversar un poco más con ella
tras esa reja de cristal oscuro. Me lo da. Yo
lo miro como si fuera una foto nuestra de
luna de miel o de luna bancaria que, en este
caso, es lo mismo. Ella está de lo más frívola
entonces y me hace una pregunta fatal. Desea
realizar otra operación
. Yo le guiño un ojo como
entendiéndola y a veces digo sí y a veces digo no. Ella es liberal
sobre todo y no le importa demasiado mi respuesta. Está
preparada para todo. Si digo no, la conversación termina
pronto y tengo de nuevo que volver a casa, pero si digo sí
continuamos nuestro idílio. Me pregunta de nuevo
en alemán
qué deseo. Sé bien las respuestas pero no me gustan los
loros chillones y por eso siempre voy con varios diccionarios.
Con lentitud busco las respuestas y voy
traduciendo,
pero, como estoy nervioso, no consigo aprender
de prisa. A estas alturas ya hay una multitud de
enamorados esperando a las puertas. Son de lo más
celoso y ya me faltan dos dientes. Son heridas de guerra.
La verdad es que ni siquiera así consigo aprender
idiomas, y esto, en este mundo da para llegar poco lejos.

JULIO VÉLEZ
De "Dialéctica de la Ruina"
En "Poesía, zona peligrosa - Homenaje a Julio Vélez"
Ediciones Libertarias, Madrid, 1993

DIAGNÓSTICO PRECOZ


Si caes en la noche, si despiertas
cayéndote en la noche, si barruntas
de pronto que una alarma, un temor,
un amasijo de incredulidades
te arrastran al cubil
de donde nadie vuelve si haber
empeñado su alma,

entonces
busca otra vez el sitio maniatado
en la trampa del tiempo, justo
donde empezó a zaherirte
la irracional arenga del deber:
tu dosis de alcohol fue insuficiente.

J. M. CABALLERO BONALD
"Selección natural", Cátedra, Madrid, 1983

¡FELICITATS!



El padre fusilado.
O, como dice el juez, ejecutado.
La madre, ahora, la miseria, el hambre,
la instancia que le escribe alguien a máquina:
Saludo al Vencedor, Segundo Año Triunfal,
Solicito a Vuecencia poder dejar mis hijos
en esta Casa de Misericordia.

El frío del mañana está en la instancia.
Hospicios y orfanatos fueron duros,
pero más dura era la intemperie.
La verdadera caridad da miedo.
Igual que la poesía: un buen poema,
por más bello que sea, será cruel.
No hay nada más. La poesía es hoy
la última casa de misericordia.

JOAN MARGARIT
PREMIO NACIONAL DE LITERATURA por
su libro "CASA DE MISERICORDIA"

SE BUSCA...


Se busca dibujante de cómic - léase aficionado o lo que sea - que trabaje a dos tintas, en blanco y negro y a ser posible de estilo no humorístico, para ilustrar un libro de relatos breves, un dibujo de una página por cada texto, unos ocho más o menos. No tiene que pagar un duro y se lleva la mitad de la edición y la mitad de los aplausos o las pedradas. Los interesados pueden escribir enseguida al mail de La Cosa (lacosaquearde@yahoo.es) donde gustosamente se le informará con todo detalle del asunto.

EL HOMBRE MÁS TRISTE DEL MUNDO


Aquel desdichado estuvo catorce años y tres meses - los mejores de su vida, diría consternada alguna marujona - pensando obstinada y diariamente en la manera de suicidarse. Desde que despertaba hasta que se arrastraba a la cama para intentar dormir se pasaba las horas sopesando, cariacontecido y cetrino, el muestrario de posibilidades de su mortecina tribulación, sufriendo con enorme regocijo espasmos falsos de expirante e inevitables repelús de pusilánime, siempre con la nariz ganchuda goteando, continuamente resfriado, esparciendo como confetis lúgubres los bacilos y microbios de las toses por las habitaciones de la casa, sorbiéndose los mocos con una aflicción de niño retraído, inclusero y meditabundo. Coleccionaba cuchillos y píldoras de colores, hacía una y otra vez, arrobadamente, el nudo corredero de la horca con los cordones de las cortinas o de los zapatos o con cualquier trozo de cuerda que luego colgaba por la casa como amuletos tétricos, memorizaba los prospectos y sus fabulosas contraindicaciones, fumaba sin ganas y con asco para imaginándose con fascinación el aspecto alucinante de las partículas cancerígenas posándose como buitres en las ramas bronquiales e incluso, mirándose en el espejo, se dibujaba con rotulador en el cuello, sacando la lengua de pericia, un línea de puntos con las palabras “CORTAR POR AQUÍ” o si estaba sentado en el sofá, en la muñeca, para mirarla de vez en cuando embelesado mientras, irresoluto y enfebrecido, recortaba las necrológicas del periódico para pegarlas en la pared de la sala y cuya visión, pensaba, le hacía bien puesto que lo aleccionaban, sin atosigarlo, a decidirse. Así, hora tras hora, todos los días. Su única distracción, al parecer, era odiar minuciosamente al vecino, un saludable anciano que gozosamente lo enfermaba de grima cada vez que aparecía en el piso de enfrente haciendo sus ejercicios gimnásticos mientras cantaba, con la dicha matinal de un pájaro, engolando la voz y comiéndole, como quien no quiere la cosa, la moral a picotazos. Y hubiera seguido de esta guisa y durado probablemente noventa años, hasta morirse de viejo o de un repentino e indisfrutable ataque al corazón, de no ser por el tiesto de geranios que se le ocurrió comprar un día y que colocó en el pretil de la terraza con la vaga esperanza de que con alguna racha de viento se cayera justamente sobre su cabeza cuando él pasara, precisamente, vaya casualidad, por la acera. Y cada vez que soplaba un poco de aire bajaba corriendo a la calle y se paseaba bajo el balcón, ansioso, como si llevara una diana a modo de sombrero. Pero al infeliz no le acompañó la fortuna. O sí, depende cómo se mire, puesto que una tarde al regar la maldita maceta, resbaló en una babosa, perdió el equilibrio y por un segundo pareció imitar a uno de esos atletas livianos que vuelan de espalda para pasar por encima del listón puesto que sorteó sin querer y con impecable estilo la baranda y en el transcurso de la caída al vacío desde la planta once fue pensando, con gran pesar y desilusión, que esa no era, ni mucho menos, la opción preferente para acabar con su vida vana. Y más, digamos, por inercia que otra cosa, desconcertado, decidió urgentemente resignarse.

Domingo López
De "No future, dijo alguien y otros cuentos"
Inédito