SIN TI


Estaba tan solo y tan triste que se me cayó de pronto la nariz, partiéndose la pobre en el suelo como un florerito. Lo que me faltaba, me dije mientras la veía a mis pies, hecha añicos y me sujetaba enseguida la cabeza con las manos, temeroso de que también, de un momento a otro, se me desprendiera y cayera, cascándose como un huevo huero o botando en las baldosas como una pelota. Pero tuve suerte y solo se me cayó, gorda y lenta, una gran lágrima y entonces pensé, suspirando, que al menos no había espejos en casa ni, desde que te fuiste, una piel agradable para oler ni perfumes ni flores fragantes para poner en agua. Así que, casi para darme ánimos, me encogí resignado de hombros y seguí allí de pie, como tantos días y semanas y meses atrás, en medio del pasillo, frente a la puerta abierta de la entrada, de nuevo tragando saliva y con los brazos abiertos, preparado para abrazarte por si decidías regresar y un taxi te dejaba abajo y subías corriendo la escalera y con tu amplia sonrisa entrabas de improviso, aunque ahora ya te esperaba sin nariz y casi sin lágrimas, como desarmándome. Y más solo y más triste aún, amor mío.

Domingo López
De "Cuentos de usar y tirar", Inédito

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué líndisimo, que sonrisa me provocás, amigo.

xen dijo...

bien, Domingo, bien...